Epigrama. Irrevocable destino de un autor silbado
#Españoles #Epigrama
Ayer Don Ermeguncio, aquel pedant… locuaz, declamador, a verme vino en punto de las diez. Si de él te… sabrás que no tan solo es importun… presumido, embrollón, sino que a t…
Flumisbo, el celebrado cantor de Termodonte, por quien grato a las musas fue de Dorisa el nombre, ya las sombras habita
Sí, la pura amistad, que en dulce… nuestras almas unió, durable exist… Jovino ilustre; y ni la ausencia l… ni la distancia, ni interpuestos m… y proceloso mar que suena ronco,
El que inocente la vida pasa no necesita morisca lanza, fusco, ni corvos
Ésa que veis llegar máquina lenta, de fatigados brutos arrastrada, que en vano de rigor la diestra ar… vinoso auriga acelerar intenta: No menos va dichosa y opulenta,
¿Me veis que serio estoy? Pues no… la adusta gravedad de mi persona, que adentro tengo el alma retozona diverso de mi genio es mi semblant… Prosa o verso me dicten elegante
Cupido no permite que mi canto celebre los héroes que la fama coronó de laureles. Él me inspira dulzuras
¿Ves cuán acelerados, Nísida, corren a su fin los días? ¿Y los tiempos pasados, cuando joven reías, ves que no vuelven, y en amar porf…
Tu crítica majadera de los dramas que escribí, Pedancio, poco me altera; mas pesadumbre tuviera si te gustaran a ti.
En un cartelón leí, que tu obrilla baladí La vende Navamorcuende... No has de decir que la vende; sino que la tiene allí.
El niño ceguezuelo adormeciose un día en el recinto oscuro de los bosques del Ida. Venus temor concibe
Este es Guadiela, cuyas ondas pur… van a crecer del Tajo la corriente… esta la selva deliciosa, donde Horas del ardor estivo las bellas hamadríades, formando
No pretendas saber (que es imposib… cuál fin el cielo a ti y a mí dest… Leucónoe, ni los números caldeos consultes, no; que en dulce paz, c… suerte podrás sufrir. O ya el tona…
Apenas, Fabio, lo que dices creo, y leyendo tu carta cada día más me confunde cuanto más la leo. ¿Piensas que esto que llaman poesí… cuyos primores se encarecen tanto,
Aqui yace mi mujer ¡qué dicha para los dos! ella se fue a ver a Dios, y Dios me ha venido a ver