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Mañana de un anciano

La fría mañana me abraza el ser,
Me acaricia las mejillas,
Me saborea los pensamientos y
Me llena de paz.

Miro a través del espejo y aunque veo a un hombre ya viejo, con arrugas, ojos opacos, tristes, aunque veo un ser cansado y sabio, me siento como un joven iluso con deseo de aprender más y más cada día. Luego miro a mi alrededor y observo mi cama vacía, ropa sucia, el sofá viejo que era el preferido de Nora y de repente el llanto cesa, recordar con nostalgia a mi esposa, a el único ser que me amó y me acompañó en esta vida llena de tropiezos contínuos; mi llanto culpable no para porque no la pude amar de la manera en que ella lo hizo conmigo.

–no pude hacerlo, no pude hacerlo– me repito una y otra vez.

Es terrible recordar su rostro tan limpio, sus ojos brillantes y claros, su sonrisa inocente, su cabello corto y castaño, la pureza de su alma y su capacidad de saciar mis penas.

Mi Norita ya no habita este mundo, fue la única mujer que me acompañó hasta el último día de su vida, de vez en cuando la visito y le llevo las flores que nunca le regalé estando en vida mientras  le cuento cómo es todo sin ella y como lo fue estando aquí, le digo:
Mi amor, tú siempre será mi esposa más allá de la muerte, ésta soledad que me acompaña de vez en cuando me permite ver tu reflejo en alguna esquina riendo como solías hacerlo, espero con calma volverte a encontrar.

Piaciuto o affrontato da...
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