BALADA DEL ABASTRAÍDO
«Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia»
Neruda
1
Donde estoy
no se oye nada,
no se palpa nada
que no sea hermoso.
En los objetos, y en sus formas
—en sus miles de formas—,
la color del cristal
es verdadera.
(Es verdadera tu imagen cimbreante,
tu voz en el resquicio de ser.
Te toco como a átomos saltándose, soltándose,
te escucho clara edad y claridad
al timbre de mi percepción.)
2
Paso a paso
voy siendo el joven príncipe que se transformó en el Buda.
Como a él
nada me daña ni apremia ni constriñe
en esta senda hermosa donde el polvo
no es un polvo común, sino
la ceniza amable de un pensamiento muerto.
(Tu imagen me rebota
en los entornos,
árbol del conocimiento
con dos senos;
tu imagen bailotea
en los entonos.)
3
Si me quedara aquí, estoy seguro,
no sería el mismo bajo el cielo y su oído.
Aquí se dice río
para que suene muelle.
Las cosas se transforman
con la facilidad del agua,
más volubles que el humo y el pensamiento mío:
en teniendo la idea
sube y se desvanece.
(Pero tu mano es tu mano y es tu mano,
pero tu boca es tu boca;
la noche se desdobla en claridades
pero tu gracia es tu gracia y es tu gracia.)
4
Una rosa, sea de ejemplo:
si tratas de cortarla
te será un manojo.
Un manojo, sea de ejemplo:
si tratas de regarlo
te será una fuente,
y la fuente el fluir
del Pensamiento.
...O puede ser también
que des con la presencia
de los crótalos
mansos como un corazón de asceta
o alguna liebre enferma.
5
Mas me iré.
Aquí guardo tu imagen, allá tengo tu cuerpo.
Amo el odio y el amor y establezco límites
(¿amo el bien?; vale odiar la cara contrapuesta).
Aún lejanos,
se escuchan esos ruidos de pitos y estridencias.
Hallarán la intensidad. Yo descamino.
Se abren tiendas, se abre
la voz del anunciante.
Se ofrece este producto. Revienta aquella acera.
Hace frio o calor.
Ladra una perra.
Siento un golpe.
Entro a la realidad.
