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CAPÍTULO UNO

Poema en prosa del período adolescente

Parques. Aceras. Cines. Humo. Etc... Y la avenida, rabiosamente iluminada, hendida por automóviles inexorables, descendiendo como un gran río negro, arrastraba en sus aguas la vanidad y el portento que la componen.

Andaba inquieto, harto de la ciudad, las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta (¿tenía chaqueta?). Todo me irritaba: el clamoreo de la multitud que se aposta delante de las tiendas, la conversación de los transeúntes por apagada que fuera; todo, en definitiva.

Saqué mis manos al aire. Las miré, detenidamente, efugio para no mirar algo que perteneciera a la ciudad, ciudad aciaga, de rostro omnipresente, ubicuo.

Yo mismo no sé qué pasa conmigo. Pero una ciudad es una ciudad. Me inquieta con sus ruidos. Me roba el equilibrio. Me asusta. Me aterra. Es un vestiglo, y los vestiglos (no los he visto) me aterran.

Por esos decidí subirme al puente... (no soy suicida...). Y ver el río... Y ver las yerbas que bajan de los montes  en él...  Y absorber de ellas el espíritu de las plantaciones... Y olvidarme la prisa,  los  “¡hola!”. Y mirar sosegada y fijamente las aguas, su corazón de oxígeno. Y pensar... Y no pensar.... Pero... pero, ¿qué pasa? ¿qué miro? ¿qué es esto?

¡Hay otra ciudad bajo las aguas!

Como miniatura, diminuta, hay otra ciudad bajo las aguas.  Las corrientes simulan, copian, reproducen, calles y avenidas (los ríos tienen también sus grandes avenidas). Y hay un puente, parecido a este que piso. Y un cielo invertido ¿lo habitará el demonio? Yo mismo estoy aquí y estoy allá, y esto que escribo también se escribe allá.

¿Se habrá quebrado el rombo del espacio infinito?

“Abandoné el cuerpo de la ballena pero la boca de la noche todavía es ancha”.[1]

1-La cita empleada es de Theodore Roethke, poeta estadounidense: “I have left the body of the whale, but the mouth of the night is still wide”. Nota del Autor.

#OscilaciónDePéndulo

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