Cargando...

INCIERTA VEZ, MI PADRE...

(u Homenaje a Cortázar)

Mi padre era un hombre terrible.
Hasta lo peor medró en su boca.
Me llevó a pensar
a punto y lugar donde se piensa:
En las barbas de un hombre se ocultan las arañas
y también
una intención y otra y un cúmulo
de intenciones.
¿Esas intenciones conjugadas y dispersas,
quién diablos las agrupa y las esparce?
 
«No probarás la sal si está yodada»,
oí decir a alguien
mientras accedía a la mesa, riendo.
Y en la risa, y en la mirada,
están los dientes, los mismos, esos que ríen y ven
la revelación verdadera
dada por un poeta
mísero de todo, mísero de pan y sal,
en solas direcciones y en solo los reveses.
 
Un viejo toca el acordeón, y sonríe;
en la barriga menuda, el acordeón toca al viejo, y sonríe.
El acordeón es viejo, el viejo un acordeón.
Acordeones viejos, ríen.
 
Sobre las cinco menos cuarto,
como sobre un cadáver,
alguien pasa.
Ese alguien que pasa, pasa.
¿Quién era? ¿Quién fue? ¿A quién amaba?
¿Volveremos a encontrarnos algún día
frente a esta puerta?
Pasará ante mí nueva vez y me fijaré en él
y preguntaré quién era, y quién fue, y a quién amaba?
 
La palabra me aturde.
Un No es la tragedia, la ruda tribulación.
Es un brazo sangrante y desprendido.
(No hablaré de desprendimientos, pues pensaré
en mi padre:
anduvo siempre en cruz, con los brazos abiertos.)
 
Estoy confundido.
¿Era éste mi padre o era aquel
hombre terrible y duro
que inventaba su mundo y lo vivía?
 
La radio se rompe y enmudece la música,
en tanto
los autos pasan sin hendir la carretera...
(la hendirán dentro de algunos años, gustaría
de libar sus hendiduras),
la hendirán otros autos con la ayuda de estos autos.
Estos autos y aquellos son lo mismo:
un objeto que lleva a la locura.
 
Estoy loco. La locura
me asecha como el tiempo.
Inamovible, juez inexorable,
no me deja eludir las asechanzas.
 
Te hundes.
Entró la muerte en ti.
Entró con su guadaña. Entró con su grandor.
Mírala cómo obra y maquina y se sonríe.
Su risa es tan grande como una casa abierta.
Padre, ¿qué más diré?
 
Todo esto es el mundo, que es una bola y gira,
todo esto acomete los espacios, hinche el tiempo,
todo esto se dice y sucede mientras Johnny,[1]
drogado, manosea las teclas de su saxo.

[1] Johnny Carter, personaje de Julio Cortázar inspirado en el músico Charlie Parker.

Otras obras de Leopoldo Minaya...



Top