Loading...

16. LA BAJADA DEL AGUA

Deslizándome por la quebrada la mañana siguiente al aguacero he encontrado la estela de barro que dejó la lluvia en su búsqueda del camino desde la cima hasta el pie de la montaña.-Escabulléndome por la enramada, respirando el olor a tierra y hojas mojadas, he saltado sobre el suelo blando y resbaladizo sintiendo repentinamente el deslizamiento de mi pie derecho que en el momento desgarraba con ferocidad el musgo adherido a una gran roca. He caído de espaldas perdiendo la conciencia de manera casi instantánea.
Cuando despierto, el día muere. Las nubes están reunidas sobre mí: danzan, susurran, se funden. Grandes presiones de aire hacen silbar peumos y maitenes que tiemblan atemorizados, las tarántulas se cobijan en sus madrigueras, un zumbido me intranquiliza mientras pienso que quizás todo esto pueda ser un sueño lúcido. Pido a mi mente guarde silencio. El cielo súbitamente se ilumina, un rayo parte en dos la existencia de los seres en la tierra y entonces, girando sólo un poco la cabeza pude ver por un instante las osamentas de un viejo equino olvidado en el tiempo. A un palmo de mi nariz sus dos cuencas vacías mirando fijamente a los ojos, como pidiéndome auxilio, como reclamándome el abandono, como si fuera yo su dueño o acaso la representación física de lo más deleznable del género humano. Oigo sus recuerdos, el llamado de su dueño tallado en el hipotálamo, la sensación de sórdida felicidad azumagada en el tiempo con el horror de la solitaria desesperanza, el odio. Pedazos de carne seca se han enquistado en ciertas zonas de su cráneo, dibujando sin querer (¿) como unas facciones, una mueca, acaso una sonrisa monomaníaca grabada desde su último estertor. Ha adoptado un rictus de cómplice que me va diciendo sí, yo, justo aquí, justo tú y justo todo. Estás tan solo como la misma vida me ha dejado a mí, que ya no soy ni el alimento de los buitres ni de las arañas ni de las hormigas, que sólo soy esta imagen onírica creada para ti, para trastocarte y remecerte, para ti solo existo y en ti solo he muerto pues sólo tu conoces lo que me han designado los hados. Todavía falta mucho tiempo para que te encuentres.
Al amanecer he estirado mis brazos y piernas para desperezarme un poco, me desayuné algunas setas y he continuado mi descenso por la bajada del agua.

Other works by Lucas Pizarro...



Top