El Camino de La Luz
El Camino de la Luz
Jesús dijo con voz serena:
“Ama al prójimo, no hay mejor cadena.
Si el odio siembras, cosecharás espinas,
pero el amor abre todas las esquinas”.
No juzgues al que cae en el camino,
extiende tu mano, sé su destino.
El perdón es un río que limpia el alma,
borra las heridas, convierte en calma.
No acumules riquezas en altos montes,
que el corazón pesa más que los bronces.
Da pan al hambriento, agua al sediento,
y hallarás tesoros en el firmamento.
El que quiera ser grande, que sirva primero,
como el humilde sauce junto al riachuelo.
No hay rey sin corona de humildad,
ni amor verdadero sin fraternidad.
No importa si eres sabio o pastor,
para Dios no hay color ni error.
En cada rostro brilla su faz,
solo el ego construye muros de paz.
No hagas de la fe un grito de guerra,
sino un abrazo que a todos encierra.
La verdad no se impone con fuego o espada,
sino con paciencia, mesa compartida.
Si alguien te hiere, no guardes rencor,
siete veces setenta, vuelve a amar.
Porque el odio es un círculo sin fin,
solo el amor nos saca de allí.
No busques señales en el cielo lejano,
Dios está en el niño, el viejo, el hermano.
En la risa que une, en el llanto que sana,
en la mano que ayuda sin mirar la mañana.
Vive sencillo, como el trigo en el campo,
que crece y da fruto sin hacer descampo.
No seas piedra que tropieza al vecino,
sé puente de arcilla, camino de lino.
Al final, no importa la ley que recites,
sino cuántas lágrimas lograste enjugar.
El reino prometido no es oro ni trono,
sino un mundo donde todos somos uno.
Así habló el hijo del carpintero:
“El cielo en la tierra lo construye el obrero
que siembra esperanza, cosecha perdón,
y en cada paso, imita a este corazón”.
Hoy su mensaje no es solo historia,
es llama que enciende nuestra memoria:
Vivir con bondad, sin miedo a dar,
pues amar al otro... es amar a Dios más.
—Luis Barreda/LAB
