Huellas En La Bruma
Huellas En La Bruma
El vacío que deja quien se va
es un silencio que no sabe hablar,
un reloj sin horas, un camino sin andar,
un jardín donde las flores se marchitan sin piedad.
El recuerdo es un espejo empañado,
donde el tiempo borra lo que un día fue,
las risas que ardían como llama en el pasado
hoy son cenizas que el viento se llevó.
Pregunto al mar si tu nombre guarda,
pero las olas solo saben murmurar;
el cielo, mudo, no me da su respuesta,
y las estrellas se apagan sin revelar.
¿Dónde anidan los besos que volaron?
¿En qué rincón del mundo se escondió la verdad?
Las promesas, frágiles como cristal,
se rompieron al chocar con la realidad.
El invierno llegó sin avisar,
congelando el verano de nuestro ayer;
ya no hay nidos ni ramas que abrigar,
solo niebla que oculta lo que pudo ser.
Dicen que el tiempo todo lo cura,
pero hay heridas que no entienden de razón;
el alma, cuando llora en la oscuridad,
no escucha al sol ni a su canción.
Si el amor fue un barco sin destino,
¿por qué zarpar hacia un puerto sin final?
El destino juega con hilos invisibles,
tejiendo redes que ahogan la libertad.
Hoy miro atrás y solo veo sombras,
fragmentos de un sueño que el dolor rompió;
no hay regreso cuando el alma se deshoja,
ni lágrimas que devuelvan lo que el mar sepultó.
La ausencia es un eco sin origen,
un vacío que habita en cada rincón;
es aprender que el “siempre” fue mentira,
y que el “nunca” es la única explicación.
—Luis Barreda/LAB
