La Vida en Sueños
La vida en sueños
El poderoso en su trono
cree que el mundo es su lugar,
mas no sabe que al despertar
su reinado será en vano.
Juega con oro en la mano,
teje leyes, alza castillos,
pero el tiempo, sus cuchillos,
romperán su ilusión fría:
pues su gloria y su osadía
son humo entre los ladrillos.
El avaro atesora en vano,
cuenta monedas sin fin,
mas su gozo es un jardín
que se seca en verano insano.
Teme perder lo guardado,
y en su pecho hay un vacío,
pues ni el oro ni el brío
llenan el alma que sueña:
solo polvo es su riqueña
cuando apague el último frío.
El mendigo en su camino
sueña pan bajo el calor,
mientras el cruel sudor
le dibuja el destino indino.
Cree que el mundo es un hachazo,
pero ignora que su pena
es fugaz como la arena
que se lleva el viento al sur...
Pues la suerte, con su luz,
lo iguala al de manto bueno.
El joven que busca empleo
con ambición de escalar,
teje sueños sin parar,
quiere el cielo, quiere el ceño.
Mas al subir, no comprende
que la cima es un espejo:
lo que anhela ya es viejo
cuando llega a conquistar...
Y al fin, tras tanto luchar,
solo halla un reflejo lejano.
¿Qué es la vida? Un caminar
entre brumas y quimeras,
donde el alma, prisionera,
no logra nunca alcanzar.
Somos actores en escena,
danza breve en un festín:
el dolor, el oro, el fin
son borrones en el viento.
Nuestro afán, nuestro aliento,
solo un sueño... y el jardín
se desvanece en silencio.
¿Por qué angustiarse al vivir
si al final, al perseguir,
todo acaba en otro encuentro?
Vive, ríe, ama, siembra,
pero recuerda al andar
que el ayer no ha de volver
y el mañana es incierto:
pues la vida es un concierto
que se apaga sin dejar huella.
Y si hoy sufres o te elevas,
si te arrastra el desconsuelo,
mira el cielo, mira el suelo,
y recuerda: todo es prueba.
Nada guardas, nada llevas;
solo el alma, al despertar,
sabrá si logró amar
en este sueño efímero...
Pues la muerte es el misterio
que nos vuelve a liberar.
—Luis Barreda/LAB
