Semillas del Alma
Semillas del Alma
Nace un niño con los ojos claros,
como un campo que espera la semilla,
no hay rencor ni espinas en sus labios,
solo risas que brincan en sencilla.
La vida pinta el mundo en su mirada:
un arcoíris de colores sin temor,
mas si alguien le enseña una mirada airada,
la sombra crece y nubla su candor.
El odio es un fuego que no nace,
se aviva con palabras de veneno,
pero el amor, si alguien lo abraza,
es savia que florece en suelo bueno.
¿Por qué elegir la espina del camino
si hay rosas que regalar en cada mano?
El corazón, si aprende su destino,
teje puentes en vez de romper muros de acero.
No es la piel ni el credo lo que importa,
sino el gesto que une, no el que aparta.
Si sembramos bondad en cada huella,
la tierra entera será una estrella.
Habla el alma en versos de ternura,
no en gritos que dividen y lastiman;
la esperanza se riega con dulzura,
y el perdón es la llave que redima.
Alza la voz con canciones, no con guerra,
que el amor es la patria que no cierra.
Nadie nació con bandera en la sangre:
la paz se hace, no es fruto del aire.
Si el odio es lección, el amor es canto,
un río que se abre paso entre la piedra.
Enseñemos a los hijos, desde temprano,
que un abrazo cura más que una piedra.
La luz nace en el pecho que decide
ver en el otro un hermano, no un rival.
El mundo cambia si alguien nos guía
hacia el amor... que es siempre natural.
—Luis Barreda/LAB
