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El Lama Icsa

El Lama Icsa
 
 
Pregunté al viejo maestro si conocía a Jesús,
si se sabía en oriente de su prédica de amor,
de su alta taumaturgia, de su sacrificio en cruz,
de su condición divina y de su resurrección.
 
Me dijo: hay unos registros en un viejo monasterio  *(1)
de un maestro que decían vino de Jerusalén,
era un infante prodigio   que enviaron  los Esenios
a prepararse en la  magia y en el oculto saber.
 
Todos sus conocimientos los aprendió de los lamas,
que tenían por misión desarrollar su poder,
ellos de tiempos remotos esperaban  su llegada
anunciada por los astros y “la estrella de Belén”
 
Comentaban los  maestros  que la estrella era una nave
que indicaría la cueva donde debía nacer,
que la conjunción de astros en los tiempos siderales
permitiría el prodigio de manifestarse en ser.
 
Tenía que ser allí, porque sólo en esa gruta
convergían rayos cósmicos benéficos para dar
la perfección de deidad a esa santa creatura,
sincronía entre “la estrella” y el largo peregrinar.
 
 
Dicen fue aprendiz brillante que pasó todos los grados
y volvió a la Galilea después de los 33,*(2)
que supo de la caverna de nuestros antepasados
y  que superó la prueba del partir y del volver…
 
Estuvo en la gran pirámide, ayunó cuarenta días,
vivió los ritos egipcios  y se separó del cuerpo,
ya superada la prueba tornó de nuevo a la vida,
la orden lo consagró como Supremo Maestro *(3)
 
Podía crear portales usando gestos sagrados,
de palabra poderosa, sabía invocar el Ki
una vez lanzó su grito, a  su gran amigo  lázaro
lo llamó desde la muerte y le prorrogó el vivir.
 
Su nombre era “Lama Icsa” bendecía el alimento,
pudo transmutar el  agua usando mantras antiguos,
le era fácil  levitar, leer  en el pensamiento,
lograr lluvia en el desierto, sanar a los poseídos.
 
Usaba túnica blanca con una banda celeste,
resaltaba su figura inmersa en nimbo dorado,
difundió las enseñanzas ocultas entre la gente
y reveló a sus amigos los viejos ritos sagrados.
 
Les armonizó los chacras y les  impuso las manos,
les trasmitió la energía que hace posible sanar,
les entregó el don de lenguas, dibujó el mandala santo
cuando a una mujer adúltera pretendían lapidar.
 
Estuvo gran tiempo en India, criticó el vivir en castas,
convivió con los brahmanes y  la religión de Krishna,
les predicó la igualdad, conoció sus enseñanzas
estuvo un tiempo en el Tíbet, compartió con los budistas.
 
No sé si será el Maestro por el que estás preguntando,
pero ese es el que recuerdan en Lhasa, en India y  Egipto,
muchas veces con el tiempo las historias van cambiando,
lo importante es que sí vino y su legado está vivo.
 
 
Del libro “Los versos de un creyente”

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