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COMO UN DETECTIVE...

Como un detective
que estuviera muy metido en sus labores,
así paseo y en cada tramo de la calle observo demasiadas cosas.
El otoño pone barreras al silencio
y deja destejida su metáfora.
Desestima la ayuda del insomne
para tensar la dulce rendición.
¿No lo has notado? Incorporar el sueño no parece
la mejor idea, pero podría
cambiar de sitio sin ser visto
y sin propósito de enmienda.
 
Un murmullo va oscilando
entre el rito y lo trivial. Todo es
tan sospechosamente sociológico
que hasta un agudo novelista podría escribir algo
al respecto, y en una masa
de gente
se intuyen mundos que se cruzan.
Elocuencia fugitiva y agujeros de gusano.
Identidades que se borran
como capas de coral.
Las personas
crean un núcleo de intimidad y a partir de cierto grado de inquietud
generan conexión. Hay una frontera
con el lenguaje que cubre una batalla de argumentos
y el goce de pensar en las palabras, palpando
su pequeño paraíso. Una delgada línea entre
lo que decimos y lo que nos gustaría
haber dicho. Prefiero ahora
el lado del silencio y ver en las afueras del verbo
algo similar al muro de las lamentaciones.
 
Tenaz es el estruendo de conquista.
Sutil la prolongación de la parafernalia
que raspa la retórica o la rumia.
Una hojarasca de ideas
en realidad miente para empezar por otro sitio.
Los nidos de la acción
también tienen su hojarasca, pero no atentan
contra la idea más embrionaria o emergente.
En cualquier caso para mí la soledad
es tan importante como un espíritu creativo
o la amistad auténtica.
 
Recuerdo un poema de Louise Glück
y una canción de The Jesus and Mary Chain.
No sabría
pintar con más enjundia este momento.
Existe una realidad demasiado obvia y contundente, y otra que
va colocando antorchas
detrás del estallido o tras la cámara
indecisa de la vida. La amo tanto.
 
Quisiera uno agarrarse a los recuerdos
y arrasar toda su transparencia,
descubrir espacios de la mente
como un sentimiento práctico,
rozar el límite con la necesidad de la imaginación,
y los charcos, el tiempo, la sed o el baluarte.
 
Escucho a un tipo que dice
“Con este tiempo, parece que los días pasan
de tres en tres.”
Así pasa mi sangre ahora.
 
Como una matemática de fuego
la contingencia de todo lo que se olvida
tras la escritura, el sedimento
tras la desnudez de la corriente.
 
La melancolía inexpugnable y fervorosa
de esta monótona ciudad, sus lienzos
interiores.
El cielo blanquecino y rosado (siempre
me gustó verlo así) busca el redoble
de la lluvia, los puntos de inflexión
de ese sereno fantasma que podrías
ser tú.
 
Observar es mucho menos que volver.
 
 
(25/10/2023)

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