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Reflexiones

Yo siempre al triste consolé afectuosa
y la amarga indigencia socorrí,
que así tal vez, en la desgracia, un día,
me socorran a mí.
 
Yo siempre a la vejez tendí mi mano
y con respeto y humildad besé
la suya trémula, que yo más tarde,
lo mismo me veré.
 
Y la niñez desamparada y triste
en mí una amiga y una hermana halló,
que sollozando en la orfandad, Dios mío,
puedo encontrarme yo.
 
Y yo lloré con el esclavo siempre
si no pude aliviar su padecer,
que en el injusto y azaroso mundo
esclava puedo ser.
 
Yo, compasiva, consolé al mendigo;
que tal vez, otro tiempo, me verán
a mí de puerta en puerta, entre sollozos,
¡ay! mendigando el pan.
 
Al crimen aborrezco, pero nunca
al pobre criminal aborrecí;
porque yo, en su lugar, ¡ay! no quisiera
que me odiaran así.
 
Yo seré consolada en la desgracia,
que Dios no puede abandonarme, no,
porque ante el infeliz, me dije siempre,
¡si así me viera yo!
 
Y todos ¡ay! reflexionar debieran
que tal vez, como aquéllos se verán;
porque Dios dice que según medimos
así nos medirán.
Preferido o celebrado por...
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