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La tumba de Martí

(A Dulce María Borrero de Luján)

Hay un sepulcro con un nimbo de oro
y allí enjugando su divino lloro
un arcángel en pie,
baña la santa losa ardiente y bella
de una radiante y solitaria estrella
la móvil brillantez.
 
¿De quién guarda esta tumba la memoria?
Aquí, bajo el sudario de la gloria
duerme un Rey inmortal,
rey de los pensamientos insondables
que tornó en certidumbres inefables
su grandioso ideal.
 
El genio errante, pálido y sin calma,
que sintió en las tinieblas de su alma
estremecerse un sol,
y sintió por sus sueños abrasada
nacer alas gigantes y estrelladas
en sus hombros de Dios.
 
¡Héroe sublime que la muerte hiela!
¡duerme! que un pueblo de rodillas vela
esta tumba, este altar,
pues de un iris espléndido ceñida,
de la rosa de fuego de tu herida,
surgió la Libertad.
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