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Nuestra In-Justicia

Sin saberse cómo...
un segundo cualquiera nos cambia la vida.
Nos puede poner en un calabozo
Donde nos miran por fuera
Y juran conocernos el alma.
Donde nos llaman “bandidos”
Donde nos quitan la cédula, nos atan las manos
Y nos roban el estatus de seres humanos.
Estamos perdidos.
Donde nos llaman “peligro”
Para una sociedad corrupta desde siempre;
Donde cada tarde desfilan miles de seres
Por los pasillos hacinados y las jaulas,
Donde ya no queda espacio para hablar siquiera,
Porque hasta el aire está lleno de horror
Mientras por las calles y los montes desfila la lepra.
Van disfrazados de abogados,
Policías y Doctores,
Políticos, Curas y Pastores.
Van disfrazados.
¿Se han preguntado alguna vez
Quiénes son los que nos vigilan?
Sí. Ellos también siguen libres.
No podemos saludar a los vecinos
Ni hablarle a un revolucionario
Porque entonces nos llaman “asesinos”
“sicarios”, “terroristas”, “mercenarios”
Y después de brutales y sangrantes redadas
Nos ponen presos
Y nos condenan de manera humillante y despiadada
Violándonos cínicamente el debido proceso.
Y mientras nosotros recibimos el peso...
El peso de la in—justicia,
Ellos... fiscales, jueces y directores de prisiones,
Reciben el peso...
El peso... el peso...

(2003)

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