Chargement...

Otoño, pasteles, viento y una mirada excitante

Op. 15 No. 2

Las sombras suelen estar más, naturalmente, donde la luz es intensa, donde su manifestar es amplio, concreto y directo. Cuando niño, amaba el verdor de aquel patio tan modesto, mal cuidado, lleno de magia; luciérnagas cuya aventura está en su prende–apaga, perplejo, no pálido, ensimismado esporádicamente surgieron ideas como: ¿Cuándo volverá a prender? ¿Perderá pronto su luz? ¿Qué tanto pueden durar con este chisporrotear?

Muriendo en curiosidad cometí terrorismo, atormentando la vista en el caótico descubrimiento de la verdad, aturdido de encanto, sabía que mi luz, ahora, era menos que la de ellas. Su prolongación es lo de menos, están hechas para apagarse, poniéndolo de manera sencilla «Un café mal batido es un entrevero de tomar»—proyecte aquel día—, no tiene que ser la más grande criatura, el fulgor más deslumbrante, ni el más duradero, con que me haga vivir y morir en ese momento yo y solo este estéril tiempo de proyecciones podremos verlo, podremos sentirlo, podremos abrazarlo con nuestro cálido mañana.

Tiempo antaño con menos de una semana en rastreo, aprendí algo más: soy débil, cual rosa ostentando su grandiosidad en el rosal más disimulado, menos atractivo. Rosas en montón, con pétalos de distintos tonos, tamaños, lo mismo para las espinas... Sobre volando esta idea en menos de una ráfaga astuta me sitúe en posición de resistirme y violarla, transgredir su individualidad para cometer, con arma blanda en mano, un homicidio: asesine a la mariquita y ella a mi.

Silvestres artífices matices que brotaban de su cabello, me hizo y me deshizo, trago la poca humanidad que suele acometer esta edad y, en un espacio ahora estándar, estalló algo fulminante en aspecto ígneo, resplandor con su respectiva oscuridad como contorno: mi cómplice.

Fantasía y ciencia una vez más de la mano, dulzura y una trágica desilusión de lo obvio sepultaron la esperanza, dando paso ahora a la realidad última. Un corazón que necesita esas espinas, un corazón que necesita esa fragancia, un corazón que vive sobre arena cubierto de agua salada, ahora, era una isla entera de lo onírico–sensible.

No se puede morir sin vivir. No se puede vivir sin morir. No se puede encender una lámpara sin haber primero oscuridad. No hay mueca sin señales de advertencia, lo mismo pasaba conmigo, había caído en la cima; esconderme era la idea, temblaba de miedo, fútiles conclusiones sin intentos más que en la fuerza etérea: avance, y muy poco. Intentemos, una vez más, ahora, errando el error y amando todo lo seco tanto como lo rebosante de ese polvo vívido que amortigua con cariño la esencia, ese que nutre con maña mecánica del cual es difícil percatarse, el toparse con esta presencia como si tratase de un espíritu pero, por el, yo escribo, por ti, yo muero, por todo, yo sé todo sobre la nada: explosión y materia, anillo rocoso, frío arrogante ¡Que maravilloso sería un piano en esta velada! Vaya realidad he soñado, vaya sueño he realizado.

El ser humano no es hipócrita, los seres humanos necesitamos serlo, sino, ¿qué sería de la luna y el vacío?

Extensión de autolesión inquebrantable

#@Maperdico

Préféré par...
Autres oeuvres par Maperdico...



Top