Espejito, Espejito
Hoy ya no tengo miedo de lo que digas de mí,
porque eso mismo que ibas a decirme lo sé,
y lo sé no como información, sino como consciencia,
lo acepté.
Se que nací creyendo que todo en mi estaba mal,
y hasta pensé que Dios me había dado la vida para no volver a nacer:
inclusive, convencido estaba mientras me negaba a escucharte,
que tenía que vivir tan mal, tan mal, tan mal,
para que me convenciera de no escoger volver a nacer,
por si acaso en el más allá tenía esa opción otra vez.
Pero hoy acepto que estoy magullado,
que nací magullado,
Y que me magullaron más cuando decidieron hacerme cosas
que decidí ocultar,
porque también me enseñaron u obligaron a aprender que es lo mismo:
que tenía que olvidar.
Lo que nunca se dice es que el olvido beneficia al agresor y con
mi olvido, que se convierte en silencio,
mientras me pudro por dentro y de paso me culpo por lo que me hicieron
el agresor hace lo mismo con otros.
Hoy decido gritar mi dolor y acallar mi sufrimiento.
No soy más valiente que tú.
He visto que muchos y muchas y muches otros, otras y otres lo han hecho.
Y, ¿sabes?
Simplemente decidí seguir el camino que escogí, con ese mismo miedo
al que engraparon a mi alma
Decido andar.
ya verá él si quiere acompañarme el resto de mi vida;
andaré por bosques,
llanuras, montañas, mares.
Si no sabe nadar se ahogará,
si no resiste las brisas salitres se oxidará,
pero yo,
yo decido escuchar la voz que siempre han callado
y que ha permanecido por siempre encarcelada en su reflejo
y no en el espejo como nos hicieron creer.
No quiero seguir pidiéndole perdón a quienes prefieren
negar que existo porque hay algo que evoque en ellos aquello que quieren
seguir ocultando de sí.
Hoy querido espejito espejito, te libero, y acepto que soy el reflejo que
nunca reconoció serlo por la conveniencia estúpida del silencio que tanto nos
insta conveniente y estratégicamente a implosionarnos.
Yo decido no implosionar, ni tampoco explotar, decido expandirme, transitar, transmutar.
