La espera creativa
Cuando el silencio se convierte en tu morada
Y después de haber sido silenciado en muchas instituciones que velan por ser formadoras de pensamiento crítico, por mi forma, posiblemente por mi estilo, por lo dicho o la manera cómo se expresó, posiblemente por la pregunta o su enunciación, o el tono, o el espacio poco prudente frente a quien se formuló, quizás con razones o sin precisiones de ellas, pero al fin de cuenta silenciado, se me ha dado por hacerme amigo de ese zumbido que queda resonando en los oídos cuando te han condenado a la no escucha. Pero qué hermoso es al fin el silencio, que se convirtió en la casa de quién me enseña la espera creativa; fue así como tendría una visita, aunque en su momento, explosiva: mi determinación a amar los silencios como escuchas conscientes, propias, hechas a base de monólogos que se arraigan al alma, y que son capaces de ensordecer a quiénes negaron mi voz para llevarlos al encuentro propio con su silencio. Ya verán ellos o ellas si aprovechan la invitación que no les hago yo, sino la vida a través mío como alguna vez ellos fueron sus instrumentos para mi mejor bendición.
