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El resabio de los rincones

Yo construí nuestra historia y nunca te pedí permiso para elegir nuestros recuerdos en común. No sé de qué manera habrás recopilado y guardado en tu memoria (si es que queda alguna memoria) ese día, esa tarde, en la que te acompañé para volver a darle una ojeada rápida al mundo. Ese mundo que se te escapa, yo sentí que se te escapaba, como si cada vez te quedara más lejos. Y vos en tu sucucho, en ese rincón desde el que no podés llegar adonde quisieras ir. Elegí Cafetín de Buenos Aires como himno, quizá por repetición, a causa de la coincidencia, del azar. Era el único disco que no estaba rayado, y lo pusimos una y otra y otra vez. Quizá por eso, por haber escuchado tango todo el día, ahora ese recuerdo es un poco melancólico. Pero yo sé, estoy casi seguro de que fui feliz durante ese momento. Me parece que fue el mar, ese mar que nos meció en aquel botecito destartalado, el mar me trae todavía estas olas de alegría, estas reverberaciones de felicidad con vos. Ahora parece todo tan lejano, tan imposible, pero esa tarde fuimos los primeros colonos en Maullín. Y rumiamos kilómetros y kilómetros de ruta en la Mahindra, hablando. Me acuerdo también del ir atardeciendo, esa demora, ahora me parece todo tan lento. ¿Pero pasó tan lento de verdad? Me parece eterno, siento que las horas fueron muy largas. Quizá me engaño, desconfío mucho de mi memoria. Algo malo, alguna molestia, seguro hubo, creo que me moría de hambre y almorzamos tarde. Pero me parece tan lejano, tan blindado contra los ataques de la realidad. No puedo pensarlo de otra manera. Y ahora añoro eso que nunca más va a volver, que quizás no fue tan perfecto, pero que es un rincón todavía no manchado por la existencia cotidiana, por las rutinas pringosas, por el tedio de mis días monótonos. De todas maneras, me gusta que sea así. Las leyendas se construyen por contraste; porque el presente es una mierda, el pasado tiene que haber sido, inevitablemente, perfecto. Cómo quisiera volver a ese deslumbramiento, a ese asombro por estar descubriendo el mundo. Pero vos ya no sos tan vos, y yo no soy tan aquel. Quizá vuelva, bueno, es seguro que voy a volver cuanto antes, pero me da tanto miedo... Sé que no va a ser igual, sé que ni siquiera va a ser parecido, pero queda esta esperanza despiadada, este desasosiego tan indiferente. Si fuera optimista, creería que voy a volver a armarme otro de esos rincones, o quizá pueda encontrarlo por ahí, sin esperarlo. Pero, desgraciadamente, vivo por costumbre, y solo me doy cuenta de que fui feliz una vez que se acabó.

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