Nunca voy a ser un buen flâneur
Salgo a caminar y pienso en que
quiero agarrar todas las cosas con los ojos y no puedo.
Se me escapan, se diluyen.
Es como tener un pájaro entre las manos
y alcanzar a sentir su tibieza
su agitación trémula cuando late
todo ese pájaro, un corazón macizo de nervios con plumas
y se escurre
y se va volando.
Me tortura no poder guardar nada,
me gustaría poder guardar por completo aunque sea una cosa,
sin importar su simpleza,
me gustaría guardar todos los matices,
todas las manifestaciones, del objeto más simple que existe.
Quiero petrificar el mundo, dejarlo fijo en cualquier momento
cualquier momento va a ser hermoso
y quiero agarrarlo con los ojos para poder guardarlo en una cajita adentro de mí.
Hay demasiados detalles que se extinguen porque nunca llego a notarlos.
Es insoportable pensar que solo voy a ver el mundo desde mis ojos hasta que me muera
y con mis ojos nunca voy a llegar a ver todo el mundo.
No puedo adueñarme de esos reflejos que apenas llegué a intuir
ni siquiera puedo tocarlos.
Se van y yo me quedo acá,
mirando con anhelo,
para después tratar de reconstruir mejor en la memoria
esos instantes que pasaron sin ser nunca míos.
