La mística de la feminidad
Hay un problema que no me pertenece.
Lo he conversado con otras y
todas
hemos atravesado por lo mismo.
No sabemos cómo explicarlo.
Lo tenemos todo, pero
su verdadero valor es nada.
¿Por qué lloras, Betty?
Levántate.
Sírvele la comida a tu marido
y arropa a tus hijos.
¿Hay algo que te duele?
A todas nos duele.
No te preocupes,
ese dolor no existe.
Nuestro dolor no tiene nombre.