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La feliz compañía del corredor de fondo

Me dejaste pensando con eso de que soy inalcanzable. Es una imagen demasiado deportiva del asunto. Como si la vida fuera correr y tratar de llegar primero. Además, ¿dónde debemos llegar? ¿Qué es llegar primero? ¿Qué es llegar?

Suponiendo que sí, que la vida sea eso, que la literatura sea eso, lo importante es mantener el paso. Recuerdo que en las carreras de fondo quien de antemano se proponía llegar de primero, casi nunca lo lograba. Tampoco el rezagado que aspiraba a alcanzar a los demás. Correr pendiente de los otros desgasta. Además, el buen profesor sabe que debe ser medido el tiempo y el ritmo respecto a uno mismo. ¿Recuerdas las pruebas de eficiencia física? Comparar los cronos iniciales y finales, la altura o distancia en el salto, la velocidad y resistencia en un momento y en el otro. Compararlos solo respecto a uno: he ahí la ganancia, ser el centro de sí mismo.

Y no es que la competencia no importe: el verdadero espíritu deportivo radica en vencerse a sí mismo. Por eso los griegos amaban el deporte, por eso el deporte es bello. Hasta Casal, a quien uno imagina tan lejos de todo eso, elogió a los acróbatas: ellos son la prueba viviente del triunfo sobre las leyes naturales; la conversión de lo natural en una cualidad más alta.

Lo que en verdad me preocupa es cómo me ven cuando, botellas de ron mediante, hablan de mí, especulan sobre mí y hasta discuten mi sexualidad. ¿Que no lo hacen? Hasta ahora, en ciertos asuntos esenciales, no he notado mucha diferencia entre un camionero y un intelectual. Es más, ¿no es tuya la frasecita de la imposibilidad de estar con una mujer que brille por sí misma? ¿Y el otro Fulano no dijo que es un error casarse con una intelectual?

Ustedes y el afán competitivo. Las mujeres competimos entre nosotras: que si el vestido caro, las carteras elegantes, los zapatos así o asao... Qué asco de humanidad. Los hombres compiten por el triunfo. A veces ni siquiera es el triunfo, sino su imagen, su aroma. Y con nosotras, y nosotras con ustedes. Creen que la relación de pareja es eso. Por eso tú y yo nunca podremos ser una pareja comme il faut. Ya sé que no sabes francés: por eso lo digo. Me haces tanto caso que da lo mismo que hable en francés o en español. En la próxima lectura pública leeré en francés, a lo mejor al notar palabras raras me prestan atención. Y así los venzo, haré trampa pero los derrotaré en el gesto epatante, la frase chic, el mohín demodé, la pose de intelectual a quien nada le importa, o al menos no el juicio de sus pobres contemporáneos... Como si fuera tan sencillo.

Ven. Hagamos el amor. Ya leeremos, ya ganarás concursos y te aplaudirán. Ya te elogiarán. Pero desconfía, desconfía siempre de quienes no son yo, incluido tú mismo: de quienes no saben que el asunto es mantener el paso, sólo eso.

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