Me duele respirar, como si el aire se hubiese transformado en corrosivo y quemara mis pulmones e intoxicara mi sangre, como si me consumiera desde adentro, pero sin aniquilarme, la sensación de estar cayendo constantemente me embarga, camino por inercia y hablo por instinto, mis piernas flaquean con cada paso y últimamente mi meta próxima es cualquier dirección.
Deambulo por las calles arrastrando la vida, sin fijarme en las casas, ni en la gente, ni en los autos.
Con la cabeza baja y en silencio.
