Yo callé y tú exclamaste: «¡Qué b… el hombre se pone que cede a les c… Avanzaba una nube de luto que en un breve instante nos tapó… Y del trueno estalló una centella,
Con tus dedos ahuesados me persignaste en la frente para ahuyentarme cuidados que me nublaban la frente. Hoy cuando la frente inclino
¡Aquella tu honda inspiración enfe… Alzábase tu pecho —tal una ola—por amor del aire, y era entonces tu huelgo sollozo silencioso y recojido;
Tú me levantas, tierra de Castill… en la rugosa palma de tu mano, al cielo que te enciende y te refr… al cielo, tu amo, Tierra nervuda, enjuta, despejada,
Como cántico lento, dulce, triste,… despedida de un ave que va a morir; me llega tu imagen por la noche al… cuando voy a sumirme
Desde siempre a nuestro amor trazaste en las estrellas su sino y es tu dedo creador. Señor, el que nos marca el destino… Nos has traído a la muerte
Mi madre dijo: «Siendo muy chiqui… tenía ella dos años y tú tres... os hicimos trocar ¡usos benditos! cuatro besos de ruido y hoy... ya… Sí, madre, veo lo que son los beso…
A la puesta, del sol vi la corona de siemprevivas que colgué con man… temblorosas del leño que eslabona tu tierra con tu cielo como herman… Era como un estrobo en su tolete;
Me dice don Miguel, que rato es r… y se lo creo, ¿cómo no? ignorante como soy en Linguística y nada apt… para tal ciencia y me inclino dela… de los que saben más y siempre ace…
Noche blanca en que el agua crista… duerme queda en su lecho de laguna sobre la cual redonda llena luna que ejército de estrellas encamina vela, y se espeja una redonda enci…
Ai soñarte dormida muchas veces como nunca te vi, el hambre de mis ojos tal acreces que me olvido de tí. Pues soñándote en íntimo abandono.
Te recitaba Bécquer... Golondrina… refrescaban tus sienes al volar; las mismas que, piadosas, hoy, Ter… sobre tu tierra vuelan sin cesar. Las mismas que al Señor, de la co…
¡Ay!, estas noches de febril desve… siento sobre mi frente de tu mano las frías yemas, y sobre el corazón me esparce el h… de la que viene el sueño, que es s…
Tú que callas, ¡oh Cristo!, para… oye de nuestros pechos los sollozo… acoge nuestras quejas, los gemidos de este valle de lágrimas. Clamamo… a Ti, Cristo Jesús, desde la sima
¡Oh en aquellos ratos cálidos, a punto de desmayar, casi cadáveres... pálidos... calina sobre la mar... los corazones inválidos!