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Teresa: 73

El río claro de tu voz fluía
      tan sosegado y manso
que era agua cristalina que corría
      en ¡brazos de un remanso
En él se retrataban de tu pecho
      los frescos pensamientos
—flores—como acostándose en el lecho
     —donde no llegan vientos—
de las arenas de oro 'de la roca,
      corazón de la sierra;
era una fuente de frescor tu boca
      que ahora cierra la tierra.
Temblaba en tus pestañas el rocío
      de tu antes mudo llanto,
lavaban tus palabras en su río
      los dejos del quebranto,
domo en verdura de campo de arroz
      lentamente alagándose
el otoñal, tañido de tu voz
      se hundió abismándose.
Cuando callaste, el mundo del sonido
quedó en silencio musical, sumido.

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