#EscritoresMexicanos
Es una calle larga y silenciosa. Ando en tinieblas y tropiezo y cai… y me levanto y piso con pies ciego… las piedras mudas y las hojas seca… y alguien detrás de mí también las…
Como una madre demasiado amorosa,… ahoga, como una leona taciturna y solar, como una sola ola del tamaño del m… ha llegado sin hacer ruido y en ca…
A Ramón Xirau Golpean martillos allá arriba voces pulverizadas Desde la punta de la tarde bajan verticalmente los albañiles
La luz sostiene –ingrávidos, reale… el cerro blanco y las encinas negr… el sendero que avanza, el árbol que se queda; la luz naciente busca su camino,
El mediodía alza en vilo al mundo. Y las piedras donde el viento borr… tiempo, las torres que al caer la tarde in… la nave que hace siglos encalló en…
(negra armadura viste el fuego) calorífero de combustión lenta entre las fauces de la chimenea —o mármol o ladrillo—
Deja que una vez más te nombre, ti… Mi tacto se prolonga en el tuyo sediento, largo, vibrante río que no termina nunca,
Llueve en el mar: al mar lo que es del mar y que se seque la heredad. ¿La ola no tiene forma? En un instante se esculpe
CORRE y se demora en mi frente lenta y se despeña en mi sangre la hora pasa sin pasar y en mí se esculpe y desvanece Yo soy el pan para su hambre
La palabra se levanta de la página escrita. La palabra, labrada estalactita, grabada columna,
Entre lo que veo y digo, entre lo que digo y callo, entre lo que callo y sueño, entre lo que sueño y olvido, la poesía.
No hay ni un alma entre los árboles Y yo no sé adónde me he ido
Terramuerta terrisombra nopaltorio temezquible lodosa cenipolva pedrósea fuego petrificado cuenca vaciada
Amanecemos piedras. Nada sino la luz. No hay nada sino la luz contra la luz. La tierra: palma de una mano de piedra.
Déjame, sí, déjame, dios o ángel,… Déjame a solas, turba angélica, solo conmigo, con mi multitud. Estoy con uno como yo, que no me reconoce y me muestra mi…