la guashpira no descansa
¡Ya no nos quedan caminos! Con la cordura enclaustrada, la voluntad cercenada, un pensamiento mezquino torna el semblante cetrino.
Con el vaiven de las olas meciéndose en lontananza, absorto pasa las horas, así recobra esperanzas, como avezado serviola
Funde el pobre sus deseos en un cóctel de problemas. se debate entre el dilema, de lidiar el contratiempo o exprimir de los momentos
La lógica y la razón, entre dogmas y doctrinas, son palabras anodinas, cuando por imposición, soslayas la erudución
No existe absoluta certeza, tampoco verdad concluyente, Hoy necesita la gente, quizás por naturaleza, sentir el apoyo, la fuerza
¿Quieres comer calabaza? tendrás que sembrar semillas, mucho antes labrar la arcilla, estercolar bien la haza, asumir las amenazas,
Mi pasado se esfumó tras los pasos que ayer di. El presente, vive aquí, va caminando conmigo y al voltear aquella esquina,
Sin saber dónde me meto, traspaso el umbral sombrío y dejo mi verso desnudo en manos del albedrío. Me apasiona el desafío
Encuentros convergentes desde la singularidad, la divergencia, la disparidad demandan remiendos urgentes. Repudiar lo diferente
Escribo para enmendar todos mis sueños rotos, invento una nueva vida que pongo en manos de otros. Tal vez, mi fragilidad
¿Tener siendo o ser teniendo? dilema, si has de escoger. Se puede tener siendo, pero no ser por tener. Con la incógnita me enervo,
Tan sólo somos cobayas en un ensayo global; experimento irracional y brutal dónde los haya. Otorga siempre quien calla
Es frágil el nexo de unión, —abundo con abundancia, y valga la redundancia–, entre orador y oración, entre prédica y adjuración.
Escribo, sin saber porqué, pero persisto y escribo, con el pie presto al estribo de ese imperioso corcel que va emborronando el papel
¿Mejor, callar lo que pienso? ¿podría lamentarlo después? Sin reproches ni porqués voy a otorgar el dispenso, —aun pasando por menso—