En el cielo más obscuro sobre la ciudad iluminada
yacen mis ojos
entreabiertos sin rendirse
sucumben a la búsqueda de lo insaciable
preguntas sin resolver
corazones latiendo
relojes cuyo compás no cesa
“Vayamos a lo alto”, respondió la razón,
“allá seguiremos sin saber nada,
pero nuestros ojos alimentarán al corazón”.