Las reverberaciones de tu carta
ajena al kilometraje incesante
y la gente por mi rutinaria calle
cayó despreocupada entre las palmas
una viajera solitaria perdió su rumbo
al horror exhaustivo del calor, cayó
pertenecía a varias familias, al mundo
dejó enterrar su semilla de vida, partió.
Aprendió a comunicarse con el paisaje
las dunas no perecían de decirle secretos
rugía de dolor, desgarraba al cielo salvaje
pulverizó el sentido del fuego, ya deshecho.
La gente dejó de observar su desaparición
dejó que el desierto consumiera todo su rastro
se iluminaron algunas palabras en un rincón:
una carta, su corazón no había sido olvidado.