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Tres meses de doscientas noches

lunes, 27 de julio de 2015

Eternidades, sin salvación de MI misma, deshecha e incompleta. En vez de escribir, me dio por llorar.
Escuché varias veces, que la peor muerte es la que se vive; realmente lo es. Las ausencias pesaban el doble, y esos cientos de nombres amenazaban con cortar mi yugular. Los sueños desfilaban por debajo de mis ojos a deshoras, y nada parecía suficiente, ni 'la isla paradisíaca del pecado y el olvido’...

Después de tanto, me encontré en dónde creía jamás perderme.
Hoy no se siente tan menguante...
Volví amiga del poeta absurdo y tergiversado que escribía versos a la Luna. Víctima o victimario de aquellas tres estrellas, que, aunque lejanas e intocables roban el aliento. Amante de los susurros del viento.
Admiré delicada la belleza del ocaso, y ahora la uso de consuelo. Con carente nostalgia enredo mis pies en lo que llena el alma; y danzo, con embeleso, como si no existiera un mañana.

Preferido o celebrado por...
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