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Niveles y desniveles

Escaleras abajo, más personas sacan cuentas para pagar deudas, se duchan y esperan que quede un poco de ron en la botella; otros salen a caminar, olvidan el miedo de la noche porque no tienen nada que perder, van a visitar a los amigos.

En el último piso del edificio de la vecindad están jugando ajedrez con las manos llenas de crema suavizante para evitar daños. Dos, tres y hasta cuatro pisos más abajo, otros juegan cartas, apuestan que si, que no, que caiga un chaparrón; beben y se preocupan, quieren jugar ajedrez pero prefieren el azar y los trajes encoloniados. Otros pisos más abajo, las personas se perciben el ruido del jugueteo, mientras piensan en cómo armar un estante, leen el último artículo de prensa, ven los resultados de la lotería y quieren dormir sin que el ruido los moleste. Escaleras abajo, más personas sacan cuentas para pagar deudas, se duchan y esperan que quede un poco de ron en la botella; otros salen a caminar, olvidan el miedo de la noche porque no tienen nada que perder, van a visitar a los amigos. Todos los pisos y techos tienen huecos, por ahí se cuela el aire, las palabras, el tiempo, gemidos, restos de comida, monedas, música y risas; en los últimos pisos, mirando de arriba hacia abajo, se decantan las sobras del ajedrez, las cartas, tornillos del estante, cuentas, jabón, alcohol y desechos. La vecindad se hace infinita hacia abajo y la vida se hace sencillamente compleja, la belleza no está a simple vista pero sigue ahí latiendo. Dicen que a veces cuando se mueve el juego de ajedrez o pierde alguien en las cartas suceden cosas curiosas: las paredes cambian de color, sale jugo de fresa por las cañerías, mueren los conserjes, unas personas se mudan de piso y otros son expulsados al sótano, las neveras pierden la luz, el tiempo se hace lento, se caen las fichas, gana un perdedor o pierde un ganador. Muchos de los habitantes olvidaron que fueron bebés besados con amor, o cuando se columpiaban en el parque y sudaban alegría. Unos quieren matarse, otros se aman. Las puertas siguen abiertas y siempre habrá personas entrando y saliendo para cambiar cada instante.

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