#EscritoresMexicanos
En llamas, en otoños incendiados, arde a veces mi corazón, puro y solo. El viento lo despiert… toca su centro y lo suspende en luz que sonríe para nadie:
Bajo las rotas columnas, entre la nada y el sueño, cruzan mis horas insomnes las sílabas de tu nombre. Tu largo pelo rojizo,
Si ES real la luz blanca de esta lámpara, real la mano que escribe, ¿son reales los ojos que miran lo escrito? De una palabra a la otra
La hora se vacía. Me cansa el libro y lo cierro. Miro, sin mirar, por la ventana. Me espían mis pensamientos. Pienso que no pienso.
Amanecemos piedras. Nada sino la luz. No hay nada sino la luz contra la luz. La tierra: palma de una mano de piedra.
En un poema leo: conversar es divino. Pero los dioses no hablan: hacen, deshacen mundos mientras los hombres hablan.
Se mece aérea se desliza entre ramas troncos postes revolotea perezosa
Como tras de sí misma va esta líne… por los horizontales confines pers… y en el poniente siempre fugitivo en que se busca se disipa —como esta misma línea
Entre la noche y el día hay un territorio indeciso. No es luz ni sombra: es tiempo. Hora, pausa precaria,
Tendida y desgarrada, a la derecha de mis venas, muda; en mortales orillas infinita, inmóvil y serpiente. Toco tu delirante superficie,
Paramera abrasada del amarillo al encarnado la tierra es un lenguaje calcinado… Hay púas invisibles, hay espinas en los ojos.
Negro sobre blanco, azul, el gigante grano de polen estalla entre las grietas del tiempo,
Acribillada por la luz una mitad del muro salina vertical La cortina su derramada sombra azul marejada
La luz devasta las alturas Manadas de imperios en derrota El ojo retrocede cercado de reflej… Países vastos como el insomnio Pedregales de hueso
Quiso cantar, cantar para olvidar su vida verdadera de mentiras y recordar su mentirosa vida de verdades.