Retrato de niño con pájaro
Aquel niño pudo tocar a la Muerte con sus manos,
palpar su rostro,
acariciar tal vez su larga cabellera.
Muy astuta la Muerte
invito al niño a recorrer juntitos
los caminos.
Se les vio cabalgar por las llanuras.
La Muerte desataba sus cabellos
y apagaba sonrisas.
El niño tropezó con la muerte aquella tarde
cuando del cielo cayó, delante de sus ojos,
un ave lacustre moribunda.