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RECUERDOS DE UNA MAÑANA

Caminaba una mañana acompañado de la salida del sol radiante que intentaba penetrar el ambiente urbano
caminaba como muchas veces, pensando siempre en cómo mejorar mi vida
cuando hablo de mejorar no solo me refiero a la parte económica sino también a lo personal a cómo controlar mi rabia y mis miedos, me distraje por un segundo mi mente estaba ya  en otro mundo, de pronto un suave golpecito me regreso en si.

—disculpa no te había visto andaba distraída, Lo siento—dijo ella

escuche su voz, yo estaba como hipnotizado no sabía que responder solo me quede viéndole a los ojos con la cara de tonto, me quede en silencio por pocos segundos

–No, la culpa fue mía– con una sonrisa en mi rostro-respondí.

Luego ella siguió su camino y después de unos pasos se detuvo a mirarme por última vez.

Pasaron las horas y llegaba la tarde, estaba siempre en mí los recuerdos de aquella chica de mirada penetrante y fija maquinaba la forma de poder encontrarla, era una locura, sé que sería una rara coincidencia pero algo me impulsaba a querer buscarla.
Sin saber por dónde empezar decidí salir y confiar en la frase “todo está escrito” –por primera vez confiaba en aquel dicho ya que era mi única esperanza.

Andaba con rumbo desconocido y sin prisa camine de un lado a otro y después de un par de horas  con las ganas perdidas entendí que estaba escrito que no la encontraría y  decidí prestarle  atención a lo que estaba pasando en ese lugar pues había una linda vista y el mismo sol radiante que penetraba la cuidad ahora se marchaba perdiéndose en el horizonte, formando todos esos matices que al entrar por los ojos de alguna manera tranquiliza en alma, pues no hay mejor obra de arte que la naturaleza misma y los mejores hombres exponentes del arte solo son simples imitadores  la obra de Dios.

En poco tiempo se presenciaba ya mí mejor momento, ese en que solo logras ver las siluetas de las cosas con ese tono oscuro radiante y a lo lejos.

—¿Muy hermoso cierto?– escuche

Ella se aproximaba, el sol solo dejaba ver su figura y las ganas por querer descubrir su rostro me mataban lentamente, de pronto sonreí pues era ella.
—¡tal vez si estaba escrito! exclame en mi mente.
Se dibujó una sonrisa en mi rostro, ella me pidió que la permitiese acompañarme seguidamente de mi invitación a sentarse...ambos guardamos silencio asombrados por la increíble puesta del sol se producía en ese momento.

Fue ahí cuando comprendí que nada está escrito realmente, que las cosas que nos pasan son producto de nuestras acciones de nuestras virtudes y defectos, son estos quienes hacen nuestros caminos y crean o matan nuestras oportunidades.

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