Lamiendo tierra, arena, raíces y bozafias,
tumbo a tumbo al origen precipítase el río.
Los oros del poniente despilfarró en cabriolas
de ondulante premura por liquidar su opimo
caudal de margaritas y alas de mariposa.
Vuelve enjuto, lodoso, pordiosero de estío,
y, añorando caricias de paternales alas,
arrójase en el seno del Mar, arrepentido.