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JAZMINES II.

Todos los jardines huelen a jazmines y mí pastor huele a vida eterna.

Había una vez, una oveja muy risueña y alegre. Saltaba por los prados llenos de flores y contagiaba a otras ovejas con su entusiasmo.

Oveja, un día de enero, de mucho calor, perdió a su mamá oveja.
Ellas tenían un pastor que las ayudaba a caminar en este mundo tan cargado de angustia.

Pero oveja se enojo y se fue del pastor. No entendía porque tanto dolor en su corazón, ella no podía cargar con esta injusticia.

Todos los jardines huelen a Jazmines y mí madre huele a fortaleza, decía oveja.

Mama oveja se fue físicamente de este mundo y oveja se perdió en aquel campo.

Corrío entre pastizales y se fue por la carretera.

Oveja volvé, no estás en cautiverio, no sos presa de este mundo ni amante de la ansiedad.

Oveja corrió muy lejos y se mancho de negro. Se quedó triste y sola, se volvió sedienta de la noche y dormía durante todo el día.

El pastor de la oveja pegó carteles por toda la ciudad, hija volvé, te extraño.

Cada persona que el pastor cruzó con un corazón humilde el le dijo, que si ven a oveja perdida por ahí le digan que vuelva.

Oveja se cruzaba a otras ovejas no tan perdidas, que iban carril adentro, derechas, blancas, limpias.

Que me van a mirar con amor pensó ella, si mí lana está sucia y mis ojos cansados de llorar.
Doy vergüenza.

Oveja quería siempre dejar de respirar, se acostaba sin comer y no bebía agua, no podía ponerse de pie y tampoco podía dar la cara porque el sol para ella no salía.

Oveja se avergonzó de la vida que llevaba y se encerró a llorar.

Un día, oveja se levantó, cansada de que su cuerpo este tumbado en aquella cama de piedra. Y recordó que el pastor le dijo, “En lugar de delicados pastos te haré descansar”.

Camino largos laberintos sin saber dónde iba, toco varias puertas pidiendo algo que comer y se rasgo la planta de sus patas buscando pastos donde caminar.

Oveja vio de repente un rayo de sol que entraba por aquel callejón, era el final de calle, ella pensó hasta acá llego, no doy más, se lamento.

Pero esa luz era cada vez más intensa y ella grito ¡Mí pastor!.

Oveja venció su miedo a la oscuridad y al cruzar  llego a aquel monte donde un día su pastor le dijo palabras llenas de vida y verdad, donde un día oveja amo a su pastor y compartió con mamá oveja.

Llego llena de polvo, sucia, con manchas y su lana larga. El pastor tomo cada parte del pelo de oveja, y sin preguntarle dónde anduvo, corto cada mechón duro, limpio cada mancha, oveja lloraba, no estaba teñida de negra, solo estaba sucia.

El pastor le dio nuevos perfumes, limpio sus ojos de lágrimas y convirtió su lamento en baile.

Todos los jardines huelen a jazmines y mí pastor huele a vida eterna.

Oveja miró aquel monte donde por última vez vio a su oveja madre.

Se lamento con su pastor por escupir sus enseñanzas y por rebelde irse de aquel monte, oveja se sentó con sus hermanas y les contó cómo vivió fuera de aquel lugar, pensando el aquel mundo que alguna vez fue su casa.

No sé alejen, queridas hermanas ovejas, que no hay nada que pastor no nos pueda dar, y el mundo es cruel e incierto, un día te ama a medias, otro te odia.

Es mejor tener una pequeña mancha negra y que pastor con amor nos limpie que ir oscuras corriendo calles con el asfalto hirviendo y sedientas sin un alma que nos de de beber algo que sacie nuestra inquietud y aflicción.

Ovejas hermanas escucharon a oveja y se asombraron de las maravillas que pastor hizo en su vida.

Pero sobre todo, vieron el amor manso de pastor que en lugar de retar a oveja, la abrazo, sucia y débil, la amo, la limpio, la cuido y le puso un plato en aquellos jardines para que todos escuchen otra enseñanza.
Entonces oveja volvió a saltar libre y contenta por aquellos montes llenos de flores y dijo, todos los jardines huelen a jazmines, mí madre olía a fortaleza.

Pero hoy todos los jardines huelen a jazmines y mí pastor huele a vida eterna.

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