La perfección que no existe
En el firmamento de la gracia deslumbras,
un astro celestial de encanto sin par,
tus ojos, dos joyas que titilan,
reflejos de la divinidad en tu mirar.
Tu sonrisa, un éxtasis de serenidad,
como la luz que acaricia el amanecer,
un destello que ilumina mi existencia,
en tu gracia divina, quiero renacer.
En tu voz resuena la armonía de los dioses,
cada palabra, un susurro celestial,
melodía que embriaga mis sentidos,
como un canto que eleva el alma al final.
Eres un jardín de éxtasis floreciente,
cada pétalo, un deleite celestial,
en tu presencia, la divinidad se hace presente,
como un sueño que es tangible y real.
Tu ser, una sinfonía de perfección,
una obra maestra de la creación,
cada gesto, una danza divina,
que emana la esencia de la perfección.
