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Sábanas blancas

Desnuda, sudada, con la boca seca y una sed irresistible desperté. Me dirigí al frigorífico algo aturdida, desprendiendo una fragancia conocida, un aroma que me hacía sentir que habías estado conmigo. Bebí con ansía dejando resbalar por la comisura de mis labios restos de agua fría que recorrían mi cuerpo ardiente sin conseguir saciar mi sed de ti. Con un hielo en mi boca volví a la cama, acurruqué mi cuerpo desnudo entre las sábanas blancas aún calientes y, despierta soñé. Con los párpados bajados me dejaba ir buscando la situación en al que me desperté, buscando ese sueño del que no quería despertar, intentando volver al momento en el que, a mi lado, me embelesabas. ¿O tal vez era sobre mí? No importaba, tan sólo sentía lo dichosa que era percibiendo cómo te paseabas por mi cuerpo, cómo te atraía el calor que emanaba mi piel, y cómo crecía mi pasión en cada rocé o, incluso, en los momentos en el que te separabas y el aire se filtraba entre nuestros cuerpos. Sentí tus labios en los míos y el hielo que me habías robado de la boca recorriéndome hasta terminar derritiéndose en mi interior, haciéndome mover las caderas en un vaivén incontenible sintiéndote hundido en mi intimidad sin previo aviso provocando gemidos ahogados en el satén.
Y Seguí soñando con las uñas clavadas en mi almohada envuelta en sábanas ansiosas e impacientes que buscaban signos de tu presencia, recreándome en cada una de la sensaciones que me invadían hasta perder la cordura sacudiéndome sumida en el placer que me embargaba y del que no quería salir. Mi respiración perturbada se contuvo un instante para disfrutarte y sentirte en lo más profundo de mis ansias.
Poco a poco mis ojos se relajaron y volví a abrazar la almohada suavemente inquiriendo tu aroma. Te busqué y te miré en la distancia, encontrando mil excusas perfectas para buscar libertad siendo prisioneros de sensaciones.
Mis delirios abrigados entre susurros de sábanas blancas y ese particular castillo de pasiones se fueron disipando y, aún con los vestigios de mis pensamientos abrí los ojos a esa mañana de invierno.

                                   Nive

(2008)

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