Más cerca de Micenas que de Jagüey
Grande en un café de la Manzana
de Gómez madura la cerveza
y la mañana
abre su pulpa de mamey
cuando nos vemos
bajo los mismos dos leones sin cabeza.
Donde quiera que llegue, que lleguemos
se levanta aquella misma figura triangular.
Va a ser la puerta atrida traspasada
otra vez: tú a Santiago, más lejano
que Creta, yo a ningún lugar
en un carro de alquiler sobre la mano
griega nuestra, Damaris, mal cortada.