Chargement...

Quien mucho ama, poco dice

No había visto a este amigo tras tanto tiempo, y como en muchas otras charlas importantes, comenzó relatando su nuevo amorío con esta mujer... comprometida... pero sutilmente accesible a sus deseos.
—Y... estás enamorado?, le pregunté inocente.
—Enamorado? No. Certeramente no. Y probablemente tampoco lo esté mas adelante.
—Y de dónde sacas esa certeza?
—Y bueno, pues, porque el amor es incertidumbre, precisamente. Te pasa o no te pasa, es impredecible. Pero cuando sucede... uf! no puedes hacer otra cosa que entregarte. Es un salto al vacío. Es la conciencia de que estarás muerto cuando termine la caída. Pero vaya, sí que lo vale. Que doloroso éxtasis.
—Y acaso, no tienes miedo?
—Del amor? No mi amigo! al amor no se le teme. El amor no te da esa opción, no hay alternativas. Es un estado de solemne inminencia. Sé con seguridad que no estoy enamorado de esta joven, no puedo decir porqué. Pero así tampoco podría explicar si lo estuviera.
—Y entonces, a qué sí le temes?
—No diría que es temor... es más bien una anticipación amarga, un apronte angustioso, a lo que vendrá... a los estándares que desnaturalizan al amor, que le quitan la raíz, a la mal nombrada, “vida en pareja”. A eso me rehúso. Pobre destino el de mi compañera...
—Mal nombrada dices?
—Pues claro, dónde has visto alguna vez que dos personas se emparejen estando juntas? La balanza siempre está en desequilibrio, la vida es la balanza. No es posible pretender correspondencia. La vida en pareja es mas bien una muerte dispareja. Cada parte, por intentar emparejarse al otro, muere de a poco, o mejor dicho, cada parte de las partes que alguna vez formaron el todo, va envejeciendo, muriendo, aniquilando la naturaleza del todo, que fue el amor originalmente. Al punto de que algún maldito día, estas partes, ahora unitarias, se miran al espejo y no se reconocen, se miran entre sí y se aborrecen, o peor aún, se son indiferentes. Y he allí la muerte anunciada. La eutanasia del amor.
—No debemos enamorarnos, dices entonces?
—Oh no, jamás cometería tal falta. Enamorarnos no está bajo nuestro poder, caemos rendidos cuando probamos el veneno. Amar es libertad, puedes amar a alguien y vivir ese amor en carne y hueso, es como un pellizco, le recuerda al cuerpo cómo se siente estar vivo. Es una bocanada de aire de invierno, pasajero, y por ello memorable; pero si moldeas al amor, si le das un hogar, de repente es como si entraras a una habitación cerrada, con calefacción, y se siente cálido al principio, te sientes a gusto claro, cómodo, hasta que te sofocas, y nuevamente necesitas salir a sentir el viento frío en el rostro, que aunque corte, es naturalmente gratificante.
—Bueno, eso si prefieres los inviernos.

Autres oeuvres par Calíope...



Top