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Lo siento, mi psiquiatra me lo prohibió

Me picó el bichito de la alegría y no tengo Caladryl,
qué haré yo con mi sonrisa
cuando del cielo llueva serotonina
y se estalle en los parabrisas de los buses;
cuando el happy hour, Prozac 2 x 1 haya pasado
y esta ciudad ruidosa me quiera arrancar la cabeza
con su inteligencia vial y cultura metro...
 
Ser caballeroso ya pasó de moda
y yo sigo abriendo la puerta,
poniendo mi alma encima de un charco
para que las putas pasen por encima de ella,
sigo brindando mi puesto en el metro
a culos como pasas y vientres en embarazo,
¡Sí, ser caballeroso ya pasó de moda!
Y yo sigo diciendo en las discotecas
“discúlpeme señorita, ¿me concede esta pieza?”
y al final de la fiesta...
“dale mujer, yo pago la cuenta...”
 
¿Qué haré yo para que le den paso a mi ego en la calle
y no lo empujen con bolsos grandes y acentos coloquiales?
¿Quizás compraré la rabia en un agáchese
y un Marlboro para matar la ansiedad
antes que a cualquier otra cosa?
 
O tal vez pasaré de largo hacia mi destino
escupiendo Ácido Valproico
en cada esquina y por cada 10 pasos
hasta que me encuentre con una ex novia,
y esto me recuerde que mi psiquiatra
me tiene prohibido hablar con fantasmas,
que a las 5 es la hora del Haloperidol.

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