“Poemas” que caben en cuadritos de papel higiénico
Lo único
verdaderamente
admirable de otros
poetas
son sus mujeres (algunas).
Lo siento mujer
pero mi pesimismo
sin licor
no se lleva bien
con tu foto
y su silencio.
A Diana C. Restrepo
Los perros,
también le aúllan a la luna
cuando andan borrachos
paseando por las comunas de Medellín
perdidos y en solitud
con su desconsuelo.
Siguiendo el rastro de una perra en celo
mientras conservan
el rabo entre las patas.
“En tiempo de guerra
cualquier hueco
es trinchera”
y tu vagina
es mi bunker
predilecto.
Me gustan los gatos
por qué ellos
también maúllan
sobre el papel.
Mandemos a la mierda este amor baldío
descompongamos sus canciones rosas
envenenemos sus putas flores
acribillemos sus mariposas
¡No me des amor!
Dame una cerveza
un cigarrillo después del coito
y con ningún te amo envenenaré el silencio.
No creo en dios,
mi perro ha muerto,
y ya se ha acabado todo mi dinero...
¿Quién quiere ser mi mejor amigo?
Necesito drogarme,
embriagarme con una puta
contarle mi insignificante vida
y uno que otro chiste malo
necesito que me escuche un cantinero
mientras suena una canción que no me gusta,
que haga las veces de psicólogo
mientras yo hago las veces de borracho...
Muchas veces
cuando me siento a escribir
poesía en una hoja en blanco
las palabras se me han estallado
en la cara como una bomba molotov
dejándome el rostro desfigurado
los ojos secos de ilusiones
y los oídos sangrantes de silencios.
Solo espero que el día de mi muerte
no me acuse la pluma
por no poder escribir mi epitafio.
A veces
me las doy
de mesías
y convierto
mi plata
en vino.
He sabido partir
la noche en dos
un par de veces
como también
mi rostro
frente a los espejos.
No me gustan
los cielos
ajenos
prefiero
los infiernos
propios.
