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A la hora del vino

Lo mismo me devuelva el vino
que dejé allí, olvidado,
cuando alguna vez mis pasos
en ella se detuvieron,
en ella, tarde, se buscaron
olfateando con fruición su cuerpo.
 
Pudo o no pudo ser, pudo
o no pudo representarla,
tarde, a la hora del vino,
hambrientos los dos de besos
en la edad de la carencia,
solemnes, como entrando al rito
de la renovación del fuego.
 
De aquello ya nadie informe,
ni nadie cubra los rastros,
solos nosotros ante nosotros
en la encrucijada de la urgencia,
ni nadie diga cómo fue,
y si sus besos sobreviven,
tan ardiente ella y generosa,
 
sino que el vino me devuelva
lo que dejé allí, olvidado,
y pudo o no pudo haber sido
en la urgente encrucijada
de la edad de la carencia.
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