Cólera de amar, apodera mi instrumento creativo uniendo o disgregando, creando o destruyendo, en la ansiedad de la muerte

No te escribiré, poema, hasta que me prometas que defenderás a brazo partido mi nombre agredido

Hoy las seis de la obscuridad del señor otoño, hoy las tardecida y tantas de su rodaje humedad, y nadie sonoridad,

Estupefacto ante mí mismo, pasmado de estupor delante de mi presencia escindida en numerosas presencias, girando en torno al meollo

Mientras mis soldados de plomo asedien tu torre inexpugnable, y ya no levanten el sitio así pasen cientos de inviernos, o tú misma ante mí de rodillas,

Tú el amor, esposa, tú la habitación terrestre,– el ot… Tú la morada, el leño, el fuego y su crepitar, el humo y sus volutas,

Quizás polen que amada difusion de los genes por el aire y la brisa, o ramas que florecidas en ampulosa progenie

Aniquilamientos y desórdenes en la acerba conjuración de secretas fuerzas urdiendo su enemiga estrategia nocturna en el tránsito invisible

Lo mismo me devuelva el vino que dejé allí, olvidado, cuando alguna vez mis pasos en ella se detuvieron, en ella, tarde, se buscaron

Quien hable por ti desde ti mismo, y diga las cosas en el dialecto de tus criaturas,

Ocurra una flor inédita, ocurra su inédito perfume desde el útero de las cosas, una mariposa arrebolada en un color de inextinta llama,

Unción de lágrimas silvestres, unción de humedad e intemperie para este íncola monacal, para este acólito de dríadas y deidades agrarias ocultas

El día abierto de par en par, arrojando su luminosidad de novia intacta centelleante, de doncella cada día en flor, cada día iluminándome

Indumentaria en brumas la caudalosa mañana desplomándose en oleadas desde el infinito En ella pereceremos,

Balada de la mala muerte, en camino por los plueberíos de una region sin sustento en mapa… ni en consejas, ni en documentos, sola aquí ni en ninguna parte.