Victoriano Crémer

Evidencia

¿El Amor es tan sólo
el labio que le nombra;
una voz en la sangre
extrañamente amiga?
 
Su musical latido
como en la rosa crece
cósmicamente y se abre
tal un fruto celeste.
 
¿La Belleza transforma
su sencilla evidencia,
o los ojos persiguen
los perfiles remotos?
 
No es el día más claro
ni más lúcido el aire
porque la luz se envuelva
o a un dulce sol se rinda.
 
Claridad que nos viene
del oriente del alma,
cómo invades las cosas
y les das luz y forma...
 
Insospechadamente
el mundo se resume
y, definido, muestra
su claro ser, su esencia.
 
Adelanto la frente
a la lluvia y su gozo
me conmueve en un beso
profundo y sosegado.
 
La redondez del aire,
apenas si nacido
ya proclama su triunfo,
su invasión imprevista.
 
Y la sorpresa intacta
de la luz. Y la rosa
en el ingenuo alarde
de su perfecta cima...
 
Mundo fuerte y sencillo
con su pura belleza
cambiante, como el mar
remoto y milagroso.
 
Volver a los caminos
soñados, como vuelve
el desterrado un día:
con la Patria en el alma.
 
Virginales, los seres
avanzarán sus manos,
tocarán nuestros labios
y el verbo se hará flor.
 
Y diremos los nombres
sencillos de las cosas
con la voz de los árboles
y el ritmo de los ríos.
 
Cantaremos: Amor,
y Noche y Rosa y Viento,
dejando que los astros
y el corazón recreen.
 
Y gritaremos: Monte
y Mar, Cielo, Esperanza,
como las caracolas,
tristemente lejanos.
 
Y soñaremos: Vida,
Libertad, Muerte, Deseo,
sin pétalos retóricos
ni palomas cansadas.
 
Y rezaremos: Dios.
Así, sencillamente.
Como a un buen padre llama
el hijo abandonado.

De Las horas perdidas, 1949

#Españoles #1949

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