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#EscritoresChilenos
Si lo que amo tiene dueño digo que me moriré, tan lejos venirte a ver mira si no te quedré. Póngame siete botellas,
Una paloma ingrata su amante deja, su amante deja, por seguir a otro amante que la aconseja,
Estaba la mora, estaba, entre la paz y la guerra con su dos hijas queridas Blanca Flor y Filumena. El duque don Bernardino
Tan demudado te hei visto que no me querís ni hablar, lo que me das a entender que me querís olvidar. Cuando llego y te saludo
Por este joven que baila me castigo en un convento y la niña que se vaya al séptimo regimiento. Para qué le digo más.
En un carro de olvido, antes del aclarar, de una estación del tiempo, decidido a rodar, Run—Run se fue pa’l norte,
M’hijito: llegaste al mundo en hora muy principal. Ya redondeaste un año, yo te vengo a saludar. Que se sienten a la mesa
En Arauco una muchacha muy curiosa y sin sentido mató al padre y a la madre por irse con su ser querido. Esta chiquilla diabla
Una flor voy a nombrar, pero no diré cuál es. Aunque todo lo malicien, esa flor no puede ser El romero no lo quiero,
Huyendo voy de tus rabias temiendo de tus enojos, llorándote a cada instante cansados traigo los ojos. Cansados traigo los ojos
La vida la niña la niña que está bailando la vida se le ve se le ve el borde ´e la enagua, la vida se le ve
Una copla me ha cantado la prenda que quiero yo, con esa copla a cuchillo me ha desangrado la voz. Pensará que yo no entiendo
Los amores del sacristán son dulces como la miel, amor que no se deseda no puedo, vida, vivir con él.
Pa’ cantar de un improviso se requiere buen talento, memoria y entendimiento, fuerza de gallo castizo. Cual vendaval de granizos
En la prisión de la ansiedad medita un astro en alta voz, gime y se agita como león como queriéndose escapar. ¿De dónde viene su corcel