#EscritoresChilenos
Qué pena siente el alma cuando la suerte impía se opone a los deseos que anhela el corazón. Qué amargas son las horas
Volver a los diecisiete después de vivir un siglo es como descifrar signos sin ser sabio competente, volver a ser de repente
A verte vengo esta noche, por no venir de mañana, si quieres saber quien soy, abre tu puerta tirana. Abre tu puerta tirana,
¿Por qué será, Dios del cielo, que no se resigna el alma cuando nos cambian la calma por olas de desconsuelo? Tal vez sea por orgullo
Anoto en mi triste diario: Restaurán El Tordo Azul; allí conocí un gandul de profesión ferroviario; me jura por el rosario
Llévame de aquí, vida mía; llévame de aquí por piedad. Llévame que tengo más honda l’heri… la que me dejaste al partir, ay ay… Por la mañanita, pañuelo blanco,
Ya se va para los cielos Ese querido angelito, A rogar por sus abuelos, Por sus padres y hermanitos. Cuando se muere la carne
Me mandaron una carta por el correo temprano. En esa carta me dicen que cayó preso mi hermano y, sin lástima, con grillos,
Entré al clavel del amor cegada por sus colores, me ataron los resplandores de tan preferida flor; ufano de mi pasión
Escucha, vidita mía, mis suspiros y lamentos, que yo por quererte a ti olvidé los mandamientos. El primero amar a Dios,
¿Qué he sacado con la luna que los dos miramos juntos? ¿Qué he sacado con los nombres estampados en el muro? Como cambia el calendario,
Quisiera tener cien pesos pa´ buscarme un amorcito, porque de balde no hay caso que me quieran un poquito. Quién tuviera, señores,
Amada prenda querida que has sido mal pagadora, tanto como te quería te tenía en la memoria. Te tenía en la memoria
Imposible que la luna le quite al sol su carrera. Más imposible será quitarme de que te quiera. Quitarme de que te quiera
Hasta cuándo, ingratonazo hasta cuándo matar quieres, ayer me dejaste herida con agujas y alfileres. No tengo la culpa, ingrato,