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GUARDIAN DEL VIEJO FARO

Por. Abraham Olivares

Los rayos del sol se incrustaban en sus ojos, las nubes de algodón le brindaban comfort a su delirio, sus manos arrugadas y cansadas mecian al viento; cómo algas  nidando entre los arrecifes de coral, su triste mirada arropaba al eco somnoliento del mar; Los barcos atracaban en un muelle de cabellos plateados y el tiempo ondeando su ropaje que imploran juventud.
Su cuerpo frágil y desgastado era el refugio de miles de amaneceres y puestas de sol,
Su pobre alma yacía junto a los restos de la brisa marina, el olor a hierro oxidado de las anclas, al lado de sus ganas de vivir; su sonrisa reposaba entre los pilares del antiguo muelle, mientras que el oleaje le suplicaba piedad.
Oh viejo guardián del faro...
¿Cuántos atracados más tu pobre alma habrá de soportar?,
Oh viejo amigo del mar, Sumerge tus pies junto a las estrellas y erizos de mar.
Oh querido viejo...
¿Cuándo será el día que tus presencia dejé de oler a tristeza, hierro y sal?
Sí tu sombra parte hacia el horizonte, el faro del muelle perecera.!!!

—Abraham Olivares.

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