Loading...

Huerto cerrado

Cada vez que hago bien, oh corazón, me invade
una dulzura fresca, cuya virtud comprendo;
veo dulces sonrisas en bocas que no existen,
y manos invisibles que me están aplaudiendo.
 
Oh gozo, oh incomparable fruición, oh silencioso
júbilo! El corazón de penas se despoja,
y no viene el otoño con su ráfaga cruda
a esperar la caída de la última hoja.
 
Y sentir que unas manos me expresan gratitud,
y ver que en los risueños ojos menesterosos
hay yo no sé qué alma arrojándome pétalos
sobre tantos caminos obscuros y sinuosos.
 
Y saber, oh saber que no soy maldecido,
que mi nombre, por bocas ajenas pronunciado,
deja buenos recuerdos en las almas que un día
recibieron un lirio de mi huerto cerrado!
Liked or faved by...
Other works by Agustín Acosta...



Top