Antes, mucho antes, que las piedras mudas
cubrieran el cuerpo muerto de un amado,
antes que la tierra fuera un mar ausente,
antes que el viento fuera un mar de aire,
antes que una hebra de fuego cayera
en el doloroso frío de las aguas,
antes que el silencio reinara en el cosmos
y la luz primera naciera en secreto,
ya éramos nosotros los únicos dueños
de este amor sin tiempo, que nos esperaba
en el borde astral de un mundo soñado.
Fuimos el origen del principio mismo;
nuestro primer beso ¡Oh gran estallido!
concedió la forma real de la materia.